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martes, 9 de diciembre de 2014

Aquel siempre que llegó a siempre.

He vuelto. 
Te dije que regresaría. ¿Me recuerdas? Soy aquel que murió ese jueves de noviembre. Aquel que agonizó memorizando cada poro de tu piel. Aquel que gastó sus últimos suspiros de vida pronunciando tu nombre. Aquel cuya ultima neurona transmitió a su ojo su última lágrima impregnada por tu ausencia,. Aquel que balbuceó como última palabra esa frase que pronunciaste aquel fatídico jueves de noviembre. 
Lo dí todo por ti. Todo, hasta mi propia vida, aunque eso no cuenta, pues ya era tuya en el momento en el que me besaste aquella famosa tarde de julio.

He vuelto.
Como tantas veces te prometí que regresaría a tu lado. Oh querido, morí en el mismo instante en que tú pretaste ese gatillo contra tu pecho. te dije mil y una veces que mi vida estaba ligada a la tuya. Yo no soy yo si tú no eras tú. No puedo querido, no puedo. Soy aquella que murió cuándo tú moriste. Aquella que sacrificó lo que más quiso solo por estar a tu lado. Aquella que se condenó al fuego eterno solo para abrazarte cuándo el demonio se te llevara a rastras. Aquella que derramó la gota más caliente de sus venas solo por estar junto a ti, siempre, como aquella famosa tarde de julio prometimos.

He vuelto.
Vagando por el bulevar de los sueños rotos me percaté de que fracasé. Tu ausencia era más letal que el puñal que clavaste contra mi pecho cuándo me echaste de tu casa. Entonces le vi, vi cómo tú y él os observabais de reojo. Y yo, tonto de mi, creyente de un futuro a tu lado, dolorido como el que más, lobo solitario carente de tus besos; caí en tus redes. Y aquí me tienes, con los labios ardiendo a punto de morir una vez más por ti.
No intentes impedirme morir, tan solo la muerte acabará con el veneno que introdujiste e mi cuerpo aquella famosa tarde de julio.

He vuelto.
Te dije que ni la muerte podría separarnos. Tu ausencia era más letal que el puñal que clavaste contra mi pecho cuándo te fuiste de mi casa. Oh querido, ambos sabemos que tú eres todo, mi todo, mi todo al cuadrado, o quizás al cubo, no lo sé... Y yo, tonta de mi, enamorada de cada defecto tuyo, dolorida por tu incomprensibilidad, mujer solitaria carente de tus besos; caí a tus pies. Y aquí me tienes, con el corazón en llamas emitiendo los últimos latidos de vida por ti.
No intentes impedirme morir, tan solo a muerte acabará con aquel mortífero dolor que introdujiste en mi cuerpo aquella famosa tarde de julio.

Hemos vuelto.
Juntos, como siempre solíamos estar. ¿Quién resucitará primero? ¿Quién será el que vaya a buscar al otro esta vez? Oh querido, ya te estoy echando de menos. Solo quiero morir en tus brazos. Fusionar nuestros labios y quemarlos eternamente. Matarte con mi veneno y que me mates con tu veneno. Ambos sabíamos que esta era la única cura al dolor que ambos nos ocasionábamos.

Hemos vuelto querido, y lo hicimos para siempre.

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