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miércoles, 14 de diciembre de 2016

Amor racional

Los años van pasando y el tiempo sigue haciendo mella en nosotros.
Nos miramos de la misma manera, pero no es semejante a antaño.
Te acuestas a mi lado y dejas que la dilatación de tus pupilas se explique, acercas tus labios a mi frente y permites que el silencio reine en la habitación; pero esta vez la ausencia de nuestra voz no dice lo que antes gritaba.

Sonreímos al mirarnos, seguimos protagonizando recuerdos, los sentimientos se desbocan, vivimos en la mente del otro, nos echamos de menos y a veces de más, continuamos sin confesarlo, reímos a carcajadas, salimos la noche entera, disfrutamos como si no lo hubiéramos logrado antes, somos uno, pero  no es lo mismo.


Nos ¿queremos? Puede. O no. Eso no ha cambiado. 


Los años van pasando y los recuerdos siguen dejando su esencia en nosotros.
Revivimos múltiples anécdotas, desenterramos viejos sentimientos y los decoramos de otros distintos, contamos hasta diez antes de volver a empezar, tenemos esperanzas, sueños, y ganas de comernos el mundo, pero no es idéntico.

Y sí, seguiremos riendo, cantando, bailando hasta que necesitemos parar, contando momentos y ganando recuerdos, mirando los días en el calendario, escribiéndonos de vez en cuando, echándonos de menos lo suficiente y encontrándonos "de casualidad" en algún misero instante. 

Nos queremos. Eso está claro. Pero nos queremos de una manera distinta, de una que ha sufrido el paso del tiempo y todas las consecuencias que eso conlleva, de una que ha sentido en exceso y ha dejado poco en el tintero, de una que está herida y ha perdido un poco de sentimentalismo.

Nos queremos de una manera que no siente menos pero tampoco más, de una que sabe controlarse pero de vez en cuando quiere que le hagan volverse loca, de una que escribe en algún momento pero no espera deseosa verte, de una que sabe estar tranquila pero a veces se altera, de una que ha madurado y puede que todavía quiera ser como antes pero ya no puede.

Nos queremos de una manera racional, por muy paradójico que eso suene. Nos queremos de una manera en la que ninguno dependemos del otro y podemos darnos la vuela cuando se nos antoje, aunque seguramente nunca lo intentaríamos. Nos queremos cautelosamente, y a pesar de que digan que el amor es loco, que no se puede controlar... hay amores que en su tiempo fueron tan locos que la única manera que tienen para seguir persistiendo, después de tanto contexto, es ser racional o morir. 

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