No
debemos olvidar lo que nunca debimos olvidar.
El tiempo ha completado su objetivo, ha tejido arrugas
en el rostro que enmascaran las vivencias que ya no compartimos, ha borrado
recuerdos pero ha grabado otros a fuego, ha convertido en amigos a falsos
amigos y ha transformado en conocidos a amigos disfrazados de desconocidos.
Los años fueron la losa más pesada con la que cargué y
la distancia esa barrera que jamás debí franquear.
Ya no sé si fue peor engañarnos o cerrar los ojos,
si tendría que arriesgar para volver a perder o quizás retirarme antes del
final.
Pero supongo que ya es tarde, que ya no puedo remediar
lo que va a pasar, que echarse atrás era esa pequeña posibilidad que desaparece
cuanto más rompo la barrera que el tiempo construyó; con unos ladrillos
colocados por la rabia, el dolor, la testarudez, el orgullo y aquello que me
impidió ir en tu búsqueda una vez más.
Yo a tu lado me sentía viva, pero algo se rompió.
Algo que se desvaneció y fue canalizado por las lágrimas que brotaron de mi
rostro. Algo que no sé si se recuperará pero… me temo que no era suficiente
para borrarte de mi ser.
El tiempo nos venció una vez más, nos hizo crédulos de
una distancia de seguridad entre nosotros y sin embargo todo se ha
desquebrajado ahora que sé que estás a mi lado.
No pretendo volver a empezar. Solo quiero sentir tu
calor una vez más, aunque sea la última. Siempre supiste compaginar mi
termorregulación con la cercanía y lejanía de la que te hacías partícipe.
No, no quiero comenzar de nuevo una historia, más que
nada porque el irrevocable fin que terminó con nosotros volverá a hacerse
presente y no sé si podría soportarlo esta vez.
No, no quiero unos de esos “siempre” que prodigas a
aquellas que surcaban mares por ti. Yo nunca seré como ellas
¿recuerdas?
No me prometas quedarte hasta la mañana siguiente,
ambos sabemos que no lo harás y ni siquiera yo deseo que lo cumplas. No me
convenzas de que esta vez te quedarás porque no necesito que perdures a mi
lado. No insistas en convertir mi estancia a tu uso y disfrute… no puedo
esperarte de nuevo. Solo imploro una noche más. Una noche para calmar esas
ansias voraces de revivir lo acometido aquellas noches en las que me prometías
quedarte y luego desaparecías…
Dame unas horas pero haz de esas horas algo infinito.
Regálame un recuerdo que después quiera eliminar pero no pueda. Hazme falsas
promesas para que yo finja creérmelas y al día siguiente me despierte sola de
nuevo. Enmienda los errores del pasado y así poder cometer más fallos para
luego volver a buscar mi perdón. Convierte esta noche en algo impensable.
Transforma los minutos que pasemos abrazados en algo eterno.
Por favor, consigue que mañana no llegue jamás… que
esta última noche de amor no tenga final para que así no tengas que
despegarte de mi la mañana siguiente. Quédate hasta el final a sabiendas de que
nunca llegará. Promete despertarte conmigo con la certeza de que el sol no
amanecerá esta vez. Tan solo dame una noche que perdure indefinidamente para
que tus “siempre” se vean cumplidos por fin.
No hagas esfuerzos para que yo crea tus afirmaciones.
No hables más, no me interesa cuanto has deseado volver a estar a mi lado ni lo
mucho que te arrepientes de esas veces que te fuiste sin dejarme echarte yo de
mi vida. No necesito oír las innumerables excusas que has ideado porque no me
hace más feliz la falsa esperanza de que me vuelvas a querer. Ya te he dicho lo
que quiero, ya te he pedido lo que requiero que acometas, ya te he rogado que
quiero acabar con una noche sin final, por muy paradójico que suene.
Y recuerda solo una cosa… que mañana no llegue jamás, que esta última
noche de amor no tenga final.
No hay comentarios:
Publicar un comentario